Thursday, December 21, 2006

Aquel caracol


La playa estaba serena. Tranquila. Como si nada supiera. Ella sentada, contemplándola, acariciando con sus dedos la arena.
Encontró un caracol. Parecía normal. Lo tomó entre sus manos. Lo examinó y se dió cuenta que por debajo tenía una frase que decía: "duerme, piensa en el amor, es lo más cerca que estarás de él". Ella lo miró y con sus dos manos lo colocó en medio de su corazón.
Pasó el tiempo. Ella había olvidado aquella noche, pero, después de ese suceso, cualquier sentimiento positivo de amor
que ella sintió fue sólo en sueños. Al despertar siempre era distinto. La realidad se endurecía como piedra. Nunca le mostró sensaciones de amor verdadero. Ella esperaba las noches y deseaba siempre soñar para poder tener ese sentimiento cerca.
Un día, en uno de sus sueños, vió aquella playa. Se vió sosteniendo en su pecho aquel caracol. El que le robaba sus sentimintos de amor. Se despertó. Pensó. Recordó. Buscó. Encontró. Aquel caracol estaba guardado en el baúl de sus recuerdos olvidados.
Lo observó y como hipnotizada salió corriendo hasta la playa... aquella playa. Llegó hasta la arena, la misma de aquella noche. Se asustó. Quería deshacerse del caracol ladrón de sentimientos ajenos. Este que robaba tal vez para regalarlos a alguien que ni siquiera los merecía.
Con coraje, lo lanzó fuertemente al agua. Lejos, lo más que pudo.
Mientras el caracol se hundía en el fondo del mar, ella perdía poco a poco la respiración.
Cayó en la arena y desde lo más profundo de su ser una voz resonaba:
"duerme... piensa en el amor, es lo más cerca que estarás de él".

Monday, November 27, 2006

Como un fantasma


Cuando el cometario llegó a mis oidos, rompió la calma en mi interior. Trastornó mi mundo y mis pensamientos.
En el transcurso de un segundo empecé a sentirme sin fuerzas, luego creí deslizarme en un vacio interminable y oscuro.
Al rato caí al suelo. Al ponerme de pie sentí un dolor inmenso, pero no físico, sino interno. Quice levantarme. Me costó.
Lo hice. Decidí salir a tu encuentro. Mientras caminaba todos me miraban. A mi no me importaba. Sólo quería encontrarte. Alguien me habló. No le presté atención. Sólo quería tenerte frente a frente. Entonces pasó. Te encontré. Te enfrenté.
No obtuve respuesta. Quice tocarte, pero mi sentido del tacto no existía. Quice hablarte y mi voz no salía. Entonces entendí. Estaba muerta para ti, aunque viva para el resto del mundo. Era insólito. Yo era como un fantasma ante tus ojos.
Me preocupé. Me desesperé. Te grité. Luego me di cuenta que no importaba cuanto hiciera, era inútil.
Tu no podías escucharme. Pensé. Por alguna razón había merto para ti. Entonces decidí matarte para mi, así los dos estaríamos muertos para nosotros. Como no podía tocarte, cerré los ojos y de manera rápida te asesiné.
Cuando abrí los ojos, ya no te vi. Funcionó, me dije. Ahora puedo seguir adelante sabiendo que ya no existes, al menos para mi.

Monday, November 13, 2006

La posesion


Aquel día estábamos él y yo. Charlabamos y las cosas empezaron a ponerse agrias.
La oscuridad trajo consigo la cobardía. Llegó vestida de negro,
para que nadie la viera. Se fijó en él. Lo vió como presa fácil y
sin más lo poseyó. Yo, por mi parte, no me percataba aún
de lo ocurrido. En ese instante cambiaron sus ojos. Se tornaron amarillentos.
Su boca, como si se dominara, lanzaba rayos de mentira inundando la habitación.
Entonces me asusté. Quería ayudarlo, pero no deseaba ser poseida yo también.
Decidí enfrentarlos a él y a la cobardía que estaba adentro suyo.
Me puse de pie. Tomé aire lo más que pude hasta que me inflé. Llegué a ser más alta que él y la cobardía.
Desde allí le lancé con mis dedos ráfagas de verdad. Vi como su rostro se transformaba por el ácido que despedían las verdades. Se fue evaporando y desapareció. Fue arrastrado por ese mostruo despiadado.
Aquel que sólo se apodera de los débiles y los hace perderse entre su niebla.

Thursday, November 09, 2006

Sodas psicodelicas


Aquella noche caminaba por la ciudad arrastrando los pasos.
Con la miraba delataba mi corazón. Un aura gris bordeaba mi figura.
Transitaba por mi calle favorita y aún así todo a mi alrededor
me parecía oscuro, pesado. Miré a la izquierda. Había un bar nuevo.
Entré. Avancé. El lugar era extraño, diferente, pero atractivo.
Un hombre vestido con un traje metálico, adherido al cuerpo
se acercó y me ofreció un trago. Yo dudé un poco, luego lo acepté.
Era una copa larga, fina y la bebida era rosa.
Le pregunté qué trago era y me dijo: "La soda rosa,
la de la PASION". Me pareció raro pero la tomé, necesitaba
un trago. Me pareció bien. Su sabor era burbujente y a la vez
embriagador. Me dije: ¡Quiero más!. Inmediatamente me ofrecieron
otra copa. Sin preguntarle nada el mozo me dijo:
"Soda verde, la de la ESPERANZA". No dudé y me la tomé de un sólo trago. Tenía un sabor delicioso y dulce.
Seguían pasando los mozos con sus trajes ajustados y metálicos, ofreciendo esas sodas psicodélicas.
Me dieron otra color azul. La tome rapidamente y le devolví la copa a mi extraño proveedor.
El me dijo: "Soda azul, la de SOÑAR". Lo miré, estaba mareada. Decidí salir de allí.
Mientras caminaba me sentía un poco extraña. Al salir miré a todos lados. Ahora mi calle preferida no parecía tan gris.
Froté fuertemente mis ojos sin creer lo que veía. Todo brillaba increiblemente. Las luces eran fuertes y los colores vivos. Mágicamente mi aura cambió. Me sentía mejor. Todo era distinto después de aquellas sodas psicodélicas.
Afloraron en mi mente sus nombres. Entendí. Creo que regresaré a ese bar siempre que necesite recargarme de esas cosas que se van degastando en este largo viaje y que jamás deben faltar en nuestro equipaje.

Tuesday, November 07, 2006

El jardin del olvido


Aquel día, mientras transitábamos por los senderos del amor
y el desamor, nos encontramos frente a un bello jardín.
Éste tenía un letrero que decía "prohibido el paso".
Nosotros traviesos decidimos romper las reglas y
cruzar la cerca. Distraidos entre caricias leves y agrios
desalientos, no nos dimos cuenta que estábamos siendo
absorvidos por el jardín. Al darnos cuenta, nos asustamos
y empezamos a tratar de escapar . Los esfuerzos fueron inútiles.
Fuimos absorvidos. Al caer parecíamos estar en otro mundo.
Caminamos lentamente, llenos de temor. Eran escombros.
Cuerpos petríficados que al parecer no pudieron escapar a tiempo,
fantasmas del olvido. Todo era escalofriante. Le miré a los ojos.
Lo tomé de la mano. Corrimos desesperadamente.
Intentábamos encontrar la salida, si existía.
Mirábamos a todos lados y sólo veíamos pedazos humanos
desparramados por doquier. Al fondo vimos una luz.
Llegamos lo más pronto que pudimos a ella y encontramos
una escalera larga. Subimos sin más. Ya afuera, casi sin respiración,
nos miramos por un segundo, tan profundamente que pareció una eternidad.
Nos fuimos soltando lentamente de las manos.
Yo decidí ir por la izquierda, él por la derecha y nos alejamos
con la esperanza de encontrarnos alguna vez en la misma dirección.

Vida-ficcion

Muchos viven la vida estrictamente desde el punto de vista de la realidad.
Creo que eso es sólo porque no pueden ver más allá de sus narices.
Yo, por mi parte cambié esa visión desde aquel día, mientras discutía
con mi tia de alguna cosa trivial que había surgido en ese momento.
La miré con rabia a los ojos y vi como lentamente se abrían sus
pupilas, luego sentí una brisa magnética que trastornó la gravedad
y me obligó a penetrar en aquellos círculos marrones. Allí dentro
observé colores que me transmitieron inmediatas sensaciones.
Sentí como me dolía el hígado al sentir sus necedades, descubrí
la manera en que sus ganas de joder llenaban mis pulmones y
sus gritos reventaban mis tímpanos hasta ver salir de ellos calaveras
y diablitos. Buscando razones corrí hacia su cerebro y encontré
algunos traumas, pedazos frustraciones y uno que otro mal
entendido rondando los alrededores. Comprendí.
Después de mi descubrimento y sin esperar más, bajé de nuevo
al area ocular y desde allí, por donde mismo entré, salté a la realidad.
Desde ese momento veo la vida desde el punto de vista de la ficción.
Me permite ver más lejos, creo que estacionarse sólo en la realidad
no es suficiente para transitar por la vida.