Monday, June 02, 2008

Mi cabeza sin ideas


Decidida a terminar de escribir el último cuento que faltaba para finalizar mi libro, fui en busca de la inspiración. Como era costumbre, siempre cerraba mis ojos y empezaba a hilar historias en mi cabeza. En aquel momento algo extraño ocurrió, al cerrar mis ojos mi mente permanecía en blanco. Era imposible lo que me estaba ocurriendo, no había nada en mi cabeza.
Estaba aterrada. Sin mis ideas mi vida estaría destruída, incompleta. Sería como un lapicero sin mano, una cabeza sin cerebro o un cascarón vacio, faltaría lo que da vida a mi mundo… mis historias.
Intenté recordar todo lo ocurrido en el transcurso del día para lograr entender el origen de aquella tragedia e inmediatamente recordé algo que había ocurrido horas antes: Estaba escribiendo unas ideas, me puse de pie para dar una vuelta y refrescarme. Me coloqué el sombrero que había comprado en la mañana y salí de la casa. Regresé y me quité el sombrero, ¡eso era!, el sombrero era la causa del problema. En ese rato que me lo puse seguro absorvió todas mis ideas.
Corrí hasta donde lo había dejado y no estaba allí. ¿Dónde estaba?, ¿quién lo había tomado?, de inmediato llegó a mi mente el rostro de mi hermana. Ella era la única persona que había estado en casa hoy. Rapidamente salí, crucé la calle, corrí desesperadamente hasta la tienda donde trabajaba mi hermana, me paré en el frente y vi seis sombreros iguales al mio en la vitrina. Como no quería perder mis ideas para siempre y quedarme con la mente en blanco decidí entrar. Busqué a mi hermana. No la vi. Supuse que uno de los sombreros que estaban allí era el mio, entonces comencé a probarmelos uno a uno. El primero… nada, el segundo… nada y así hasta llegar al sexto, que tampoco era el mio. ¡Era imposible!, ninguno era el mio, estaba acabada. En aquel momento vi salir a mi hermana de los vestidores y a su lado había una señora con un sombrero igual al mio. Corrí desesperadamente hasta llegar. Extendí mis manos y le quité el sombrero. Lo coloqué en mi cabeza. Cerré los ojos para probar y… si, definitivamente era el mio. Pedí excusas a la señora y salí corriendo de allí con el sombrero en la cabeza, tratando de recuperar el tiempo perdido.

1 comment:

JoelDuluc said...

Mientras lo leia, me imagine tu en esa situación. "Suerte que hayas recuperado el sombrero".